¿Rivera y Picasso son contemporáneos?

A 44 años de la muerte de Pablo Picasso y de 60 años de la muerte de Diego Rivera el Museo del Palacio de Bellas Artes y Los Angeles County Museum of Art organizan en la Ciudad de México una comparativa entre los dos grandes artistas, relatando su singular encuentro entre el año 1914 y 1915.

En primera instancia y conociendo únicamente las obras cercanas a la muerte de los artistas, puede parecer que una comparación entre ambos es algo forzada, sin embargo, en la historia de vida de Picasso puede explicarse la vida del arte en sí mismo, y, como muchos años después confesaría Diego Rivera: no existe artista que no haya sido influenciado de alguna manera por Picasso.

Desde los 12 años, Picasso mostró aptitudes sin igual en el dibujo, imitando a los artistas del renacimiento, es decir, tratando de imitar a la perfección las formas y proporciones de la naturaleza, pero al corto tiempo, Picasso comenzó a experimentar y a alejarse cada vez más del realismo, acercándose al mundo de los sueños, o en sus propias palabras, tuvo que aprender a dibujar como un niño.

De una forma similar, Rivera en sus años jóvenes siguió los mismos pasos que Picasso, pero tras conocerlo en 1914 notó las limitantes que traía consigo la tradición artística greco-latina e, imitando de cierto modo a Picasso, exploró una nueva corriente artística: el cubismo, la cual experimentaba con las perspectivas y con la realidad misma y por un tiempo, Picasso y Rivera fueron perfectos contemporáneos, aprendiendo uno del otro con cada obra.

A pesar de que en los años 30 y 40 se abandonó el cubismo, la influencia conceptual del arte como forma de comunicar los sueños más allá de la realidad continuó para ambos artistas. Diego Rivera, inspirado por un México posrevolucionario, mezcló el arte prehispánico con la realidad actual de nuestro país, enalteciendo a los campesinos y a la clase trabajadora como verdadera base de la cultura y el orgullo mexicano, para dar a entender la importancia de la unidad nacional en esos momentos.

Picasso, por otro lado, fue inspirado por los sucesos de una primera guerra mundial y por una reinterpretación de sus propios sueños y por la mitología greco-latina y por un largo tiempo se vio obsesionado con la figura de un minotauro, misma obsesión que vio su cumbre en una de los grabados más emblemáticos del artista: La Minotauromaquia en 1935, únicamente dos años antes que su obra más famosa: Guernica, aludiendo al bombardeo de Guernica durante la Guerra Civil Española.

Tanto Picasso como Rivera extendieron el concepto del arte y permitieron que se diversificara hasta horizontes que nunca habían sido explorados, así como cambiaron el concepto del arte en sí, liberándolo de sus cadenas anteriores. La exposición continuará en el Museo del Palacio de Bellas Artes hasta el 10 de septiembre.

Deja un comentario